En el capítulo anterior de música para mis oídos: traté sobre el inicio de mi «carrera musical”, resumiendo (muy resumidamente) cómo fueron mis primeros 20 años de escucha. Y también lancé razones de por qué la música está en mi top de hobbies.
Pertenezco a la generación que se inició con el rock de los años 80 y en especial el progresivo. Desde temprana edad dediqué un espacio sagrado e inviolable a este género. Es derechamente el que más he escuchado, grabado, descargado, comprado y disfrutado hasta el día de hoy.
Pero todo lo bueno trae con una contra indicación. A pesar de haber escuchado muchos grupos cuando partí, mi gusto pronto se transformó en una devoción (fanatismo) por dos de ellos: Genesis y Alan Parsons Project.
Y en especial, Genesis.
Escuchar Genesis fue comer del fruto prohibido. Luego, nada diferente me sabía bien. Tanto así, que durante esos 20 años exploré nada nuevo, salvo Parsons y algo de King Crimson.
La época dorada: Genesis
De cómo fui embelesado por Genesis
No recuerdo bien la edad, ¿tendría quizás 14, 15 años? Mi mejor amigo de esa época tenía una predilección sensata por el rock progresivo, jazz, música clásica. Yo había escuchado lo mío de cuando mi tío colocaba sus discos, pero sin saber realmente de nombres o grupos.
Lo que cambió con mi amigazo es que el sí sabía qué estaba escuchando, me pudo dar detalles de los grupos, y hubo uno en particular que me hipnotizó: Genesis.
Y sigan mi historia, porque hay más tíos involucrados: el tío de este amigo estudió ingeniería en sonido, y como derivada tenía vinilos a montones y el hardware para copiarlos.
Creo que no necesito decir más: por un lado, estaba al alcance de mi mano una cantidad gigante de LPs de Genesis en cassettes; y por el otro (mediante favores) el hardware para copiar vinilos. Nada de canciones grabadas por el azar desde alguna emisora; los álbumes completos.
No se diga más.
De cómo obtuve mis primeros LP
Escuchar música en lo de mi amigo no saciaba mi inagotable apetito. Le pedí de favor que su tío me grabase algunos álbumes para escuchar en mi casa, a lo que accedió de buen agrado (en realidad me costó convencerlo jajaja, sobornos de por medio).
Mendigué algo de dinero con mis padres para comprar dos cassettes vírgenes, y los primeros álbumes que llegaron a mi colección fueron …and then there were three… y Abacab.
Oh, no puedo saber las veces que he escuchado …and then there were three…, uno de mis preferidos de la prolífica discografía del grupo. Lo escuchaba en casa, en el Walkman, en radios ajenas (para disgusto de otros). Cuántas pilas agoté durante largos viajes en bus. Cuantos lápices usé para rebobinar el cassette.
Me hipnotizó el sonido, el ritmo de las canciones, la mezcla de instrumentos en las composiciones, lo distinto que sonaban las canciones entre ellas. Undertow una de mis favoritas de todo el disco. Burning Rope otra gran melodía. The Lady Lies también un temazo … ¡me gustaron todas!
Abacab es muy bueno, no digo lo contrario. Y también lo escuché muchas veces: Abacab, Me and Sarah Jane, Dodo, Man on the Corner … pero no puedo negar que quedó en segundo lugar. Las cosas como son.
De cómo aumenté mi colección de Genesis
Mi colección aumento exponencialmente cuando llegó mi Samsung «doble cassette con dial digital, ecualizador y super bass sound«. Ya sólo necesitaba a mi amigo quién nuevamente y gracias a otro soborno, me prestó todos sus cassettes. Empezó la época del copy / paste sin vergüenza.
También estaba atento a especiales que daban en emisoras como Radio Concierto o Radio Futuro para grabarlos; y complementé con la compra ocasional de un cassette original (presupuesto de universitario, ustedes me entienden).
Durante esta fase entraron a mi vida los LPs Nursery Cryme, Foxtrot, Duke, Genesis, Invisble Touch y finalmente We Can’t Dance. El resto de canciones fueron grabadas desde las emisoras. Estoy consciente al día de hoy que me faltaron discos emblemáticos donde Peter hizo de las suyas. Pero debo decir que estos llegaron mucho después.
En la actualidad poseo la colección completa de estudio en CDs, escucho los En Vivo en Spotify, y como recuerdo de mi juventud adquirí …and then there were three… en vinilo (aquí mi colección Discogs).
Misión cumplida.
La “maldición” del rock progresivo
Como dije al inicio de esta entrada, durante 20 años me dediqué a escuchar casi exclusivamente Genesis, Alan Parsons Project y algo de King Crimson. He puesto gran foco en Genesis porque de los tres grupos, es el único del cual realmente me esforcé en tener todos sus discos.
Alan Parsons Project tuve lo que pude grabar de emisoras, y King Crimson creo que recuerdo haber tenido Beat en cassette, pero no estoy seguro.
No quiero decir con esto que estaba las 24 horas escuchando Génesis. Parsons fue el segundo lugar durante esos años, y también escuché todo lo que pude. Solo que, si me hacían elegir, el ganador estaba claro.
Quiero también recordar esto que publiqué en el primer Capítulo:
Por una parte, el descubrimiento (del rock progresivo) fue toda una bendición: en mi humilde opinión he disfrutado de los mejores grupos de Rock de la historia; pero por otro lado también fue una maldición: creí haber tocado techo y detuve el descubrimiento de más estilos y grupos.
Maldición es una palabra fuerte, dura, descarnada. Pensé bastante en cómo describir lo malo de mi fanatismo durante esos años, y fue la mejor palabra que logré pensar. Exacto es decir que mi fanatismo no sólo me hizo perder excelentes grupos; sino que también fue base de las incontables discusiones sobre por qué Genesis era “el mejor”.
No sobrevive el que no se adapta
Las conversaciones de música se volvieron monólogos. El fanatismo me hizo cerrar puertas, y hasta despreciar todo lo que no era «digno». El rock normal era una pálida imitación del progresivo, por lo que ahí no tuve mayor problema en diversificar el gusto.
Pero si no era Genesis, o algo digno, entonces no era música. No había discusiones con mis amigos porque por un lado sabía que el «ignorante» no habría de entenderme; y por otro no había nada que discutir: era la verdad y ya está. No digo que estuviese bien; todo lo contrario. Pero tristemente, algo así ocurrieron los eventos.
Pasó el tiempo hasta que empecé a cansarme, a sentir que estaba estancado, a querer escuchar algo que me hiciese vibrar como lo hizo Genesis en el principio. Mi cuerpo empezó a pedir algo distinto para cenar. El paso natural fue expandir mi colección de Alan Parsons y sorpresa, encontré composiciones muy buenas que ni siquiera sabía eran de Parsons.
Entonces de a poco abrí mi mente a otros grupos, como Yes, Jethro Tull, Rush, Pink Floyd. Y dije «oye, esto no está nada mal». Comprendí todo lo que había perdido, solo por un fanatismo torpe, y vino el giro 180 grados. Ahora se trataba de buscar todo lo posible en el género, y más. Google y Spotify fueron los compañeros ideales para esta tarea.
Llegaron Eloy, Camel, Gentle Giant, más de King Crimson, algo de ELO, algo de Kansas, algo de Premiata Forneria Marconi (lo escucho mientras redacto la entrada). Siguieron cientos de canciones de grupos que ya no recuerdo.
Hasta el día de hoy, ocasionalmente busco algún grupo que no conozco en Spotify y escucho su música. La maldición había llegado a su fin.
Y terminado la historia con algo de …
Rock normal. Como grupos mis favoritos de la época fueron Queen, Toto, Men At Work, A-Ha, Duran Duran, Dire Straits, INXS, Tears for Fears. Como «canciones solitarias», escuché tanto que no podría recordar, aunque quisiera.
Luego abrí mis puertas a la música clásica, y también al Jazz. En el último tiempo he disfrutado de los mejores LPs de Bill Evans en vinilo (aquí mi colección Discogs), y voy por más. Spotify es una gran fuente de conocimiento, podrán imaginar que la lista de Jazzistas que tengo pendientes es enorme.
La entrada me ha quedado algo larga y ni siquiera he tocado otro punto relevante en la cadena de la música: el hardware. Pues, porque luego de afirmar mis gustos, vino la necesidad de escuchar mis canciones favoritas con la mejor calidad posible.
Pero esto, es una historia para otra ocasión.